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Introducción

En 2018 la ciudanía nos dio un mandato para hacer realidad un proyecto de Ciudad, enmarcado en un proyecto de Nación, enfocado al bienestar de las personas. Cinco años después hemos cumplido puntualmente con la mayoría de nuestros compromisos, expresados en el lema que los sintetiza: construir una Ciudad Innovadora y de Derechos.

Cientos de miles de mexicanas y mexicanos hemos luchado durante décadas para llegar al momento estelar que ahora vivimos: el pueblo de México, al que nos debemos y al que servimos, celebra la profunda transformación de la vida pública, es la cuarta transformación de nuestro país en los dos siglos recientes y la primera que estamos consiguiendo pacíficamente. Es esa lucha histórica la que nos da un presente próspero y de bienestar, y en la que basamos la decisión de seguir construyendo el mejor futuro para todas las personas.

Formamos parte de un movimiento nacional con principios éticos y políticos que guían nuestras acciones: austeridad republicana, combate a la corrupción, cercanía con la ciudadanía, responsabilidad en el manejo de la deuda pública y transparencia en el uso de los recursos. A estos principios hemos sumado una visión de sustentabilidad, inclusión e innovación para garantizar que el cambio en la Ciudad de México sea perdurable, que esté basado en la garantía y ampliación del ejercicio de los grandes derechos. El cambio que impulsamos está enraizado en nuestros principios de honestidad, justicia y equidad.

Hemos erradicado los privilegios que gozaban las jerarquías burocráticas y combatimos denodadamente la corrupción, recuperando el dinero del pueblo para ponerlo al servicio del pueblo con un gasto eficiente, responsable y transparente. Con los recursos públicos recobrados, pudimos transformar el sistema educativo que encontramos, en el que prevalecía un enfoque meritocrático y de privilegios, que concebía los servicios educativos como una mercancía. Para nosotros la educación es un derecho ganado por el pueblo de México en grandes luchas sociales. Leales a esta historia, fortalecimos y ampliamos el acceso al derecho a la educación de todas las personas a todas las edades, con una beca universal para estudiantes de escuelas públicas de educación básica, única en el país; la ampliación del acceso a la educación media superior, la creación de dos nuevas universidades públicas y de 300 centros de educación comunitaria, entre otras muchas acciones. La educación ha sido el eje de la profunda transformación de la vida pública en la Ciudad de México.

Hemos sido leales al principio ético de nuestro movimiento que plantea que, por el bien de todos, primero los pobres, y a la visión de sustentabilidad que exigen nuestros tiempos. Con base en estos principios combatimos la desigualdad llevando grandes obras públicas a las zonas más marginadas, cambiando con ello el perfil de la ciudad y, más importante aún, la vida de las personas al incrementar su bienestar. Las dos líneas del Cablebús, las más grandes del mundo, operan en zonas anteriormente desatendidas, al oriente y al norte de la ciudad. Porque nos comprometemos con el derecho a un medio ambiente sano, construimos y rehabilitamos 18 parques y sembramos más de 40 millones de árboles y otras plantas, muchos de ellos en zonas que presentaban un alto deterioro urbano y poca infraestructura verde. Invertimos un monto sin precedentes, de $5,200 millones en cinco años, en el Suelo de Conservación, con un impacto importante en el bienestar de los pueblos originarios y campesinos que en él habitan y en la preservación de este territorio, fundamental para la viabilidad de la ciudad. Porque reconocemos el derecho a la vivienda hemos construido unidades habitacionales para familias que vivían en la precariedad y para pueblos indígenas residentes en la ciudad y cumplimos nuestro compromiso de apoyar a cada ciudadano, cuyo inmueble fue afectado por el sismo del año 2017, a través de distintas acciones, incluyendo la reconstrucción o construcción de vivienda nueva.

Para reducir desigualdades, favorecer la sustentabilidad y garantizar la seguridad de todas las personas en el transporte público, en particular de las mujeres y las niñas, consolidamos un sistema de movilidad integrada, incrementamos drásticamente el componente de electromovilidad con más trolebuses, la electrificación de una línea de Metrobús y la construcción de un viaducto elevado de 7.6 kilómetros exclusivo para trolebuses.

Asumimos la obligación de emprender tareas largamente pospuestas en el pasado, por sus dimensiones, sus implicaciones y los altos montos de inversión requeridos, como la construcción de la Nueva Línea 1 del Metro, el proyecto Metro Energía o la sectorización del sistema de distribución de agua potable de la ciudad.

Derrumbamos el mito que planteaba la disyuntiva entre libertad o seguridad. Nuestro gobierno ha sido capaz de reducir la incidencia delictiva en más de 58% sin sacrificar la libertad de las personas y los colectivos. Manejamos la pandemia con base en un modelo epidemiológico propio, apelando a la responsabilidad ciudadana, sin aplicar toques de queda ni restricciones a la movilidad; con una estrategia de vacunación ágil, ordenada y amable. La respuesta de la ciudadanía fue ejemplar: responsable y solidaria. Ampliamos los servicios educativos, culturales, deportivos y recreativos para las y los jóvenes, con servicios gratuitos y espacios equipados de acceso libre. Cada joven estudiando, haciendo deporte, ejerciendo sus derechos culturales, es una persona arrancada a la delincuencia.

Tenemos ahora una ciudad con más y mejor policía, con mejores salarios y profesionalización. Redujimos en 42% la tasa de muertes violentas de mujeres comparando enero-mayo de 2019 con el mismo periodo de 2023. Esta reducción es el resultado
de un conjunto amplio y articulado de medidas tomadas en el contexto de la Declaratoria de Alerta por Violencia contra las Mujeres de la Ciudad de México. La reducción es muy importante, y por ello, nos obliga a incrementar los esfuerzos
y no descansar hasta reducir a cero este doloroso y avergonzante indicador. En este objetivo tenemos un permanente compromiso personal, moral y político.

Construimos una ciudad innovadora fundada en el talento de sus jóvenes: hemos instalado un gobierno digital con tecnología propia producida en la Fábrica de Software del Gobierno de la Ciudad, en la que colabora un talentoso grupo de jóvenes mexicanos; estamos formando miles de personas, con amplia participación de mujeres jóvenes, en programación digital en nuestras escuelas de código, la red pública gratuita de formación en programación más grande de
América Latina. Ampliamos el acceso al derecho humano al internet: somos la ciudad más conectada del mundo, al pasar de 98 puntos en 2018, a casi 32,000 puntos de acceso gratuito a Wifi en 2023.

En la Ciudad de México tenemos un desarrollo económico sustentable e incluyente, con 96.2% de su Población Económicamente Activa ocupada en el primer trimestre de 2023. En la Ciudad de México se ha captado 24% de la inversión extranjera directa que ha llegado al país en los cinco años recientes. Somos la mejor Ciudad de América Latina para la inversión en turismo y una de las más visitadas del mundo. Este dinamismo económico es el resultado de un gobierno responsable, capaz de negociar y conciliar con todos los sectores económicos, sin perder de vista aspectos centrales como la transición energética, la innovación, la economía circular y la economía social.

Hemos tomado nuestras decisiones y construido políticas públicas con base en datos sólidos, fundamentadas en la mejor ciencia disponible, haciendo equipo con las universidades, los empresarios, las instituciones de investigación de la ciudad y del país, con las instituciones del Gobierno de México y con otros gobiernos estatales, para construir soluciones innovadoras, basadas en el talento local y abiertas a la innovación, la cooperación y el aprendizaje.

Hemos conseguido sentar las bases y dar pasos importantes en el camino de la transformación de la Ciudad, formando parte del poderoso impulso de la cuarta transformación de México. Aunque los impactos del cambio vivido se sienten ya en el bienestar de las familias, la consolidación y la defensa de la transformación es una tarea que requiere continuidad. Es un recorrido emocionante, laborioso y motivante, en el que estamos profundamente comprometidos.